viernes, 25 de marzo de 2011

En Villa maría ya nadie escribe





Ya nadie escribe

En Villa maría ya nadie escribe

Se murió una princesa montada en una vaca

Y solo se escucha un eco lejano de martillos doblegando hierros en la fragua.

En Villa María ya nadie escribe y hay tantos libros como personas conocen el alfabeto

Se vive una felicidad carpa, inaceptable, fuera de penas metafísicas

En Villa María ya no se escribe se abren diarios y se ven fotos de escritores y editores
felices de vivir en la carpa de la Feria una carpa cerrada iluminada con 25 w

En Villa María ya no se escribe  se publica mucho  y al decir de Cortázar cubriremos una llanura más ancha que el mar de árboles talados y grises elucubraciones.

Se arman grupos  sutiles  en la oreja del buey cantando la emoción de arar la pampa y se canta a coro con el desatino de las chicharras que son cacofónicas y mecánicas.

En Villa María también pasan los solitarios, que tampoco escriben, ni publican.
 Se lamen las heridas a la orilla del río intentando coagular  la sabia que los ennoblece y le gritan a Dios su vacio artístico su imposibilidad técnica.

 Así se hacen panaderos, maestros de primaria, taxistas, músicos, orfebres, repositores cajeras, secretarias de estudios contables, enfermeros de guardias lunáticas, preventistas, chinos con supermercado, coreanos con restorán, profesores de letras, curas pederastas, actores del ander, putas ,putos, abogados, borrachos,
 Camperas durmiendo en el banquito de la plaza, señoronas de apellidos ilustres y no tanto perfumadas con curriculum delirantes, senegaleses  con anillos en la nariz peleándose por una esquina, muchachas de cincuenta olvidadas del amor y esperando al capitán Italiano y su mandolina, teólogos, arquitectos que alzan edificios de columnas raquíticas con la ilusión quizás, de verlos desplomarse tarde o temprano, psicólogos asqueados, enfermos asquerosos, viejos con olor a caldo de gallina, adictos con la energía puesta en el próximo faso, o en la más alta pureza de la harina, albañiles, policías, alcohólicos ,guardias de transito y seguridad ciudadana, verduleros , peones del mercado, pedicuras, artistas plásticos, mozas del café Argentino, madres ,padres, hijos, perros todo lo que se desprecia por ser lo que no se quiso

Y en la imposibilidad de que algo los conmueva  se desangran rencorosos, solos y olvidados en su rueda imparable, en su amor mendigo, en los cinco gestos con los que se saludan habitualmente. En la memoria de los que soñaron. En   paisajes barbitúricos. En festivales de fuegos artificiales. En lociones caras. En féretros barnizados. En cementerios de ángeles quebrados. En religiones apolilladas. En vinos espumantes.
En prevaricaciones. En flores de plástico. Para el nicho de la difunta. En cuotas de electrodomésticos. En zaparos. En automóviles que hablan, En golf, en futbol, en bochas. En la vuelta del perro. En boliches, en prostíbulos, en peluquerías , en corbatas,  en niños no deseados, en traiciones, en fiestas de cumpleaños o bodas diseñadas como productos de farmacia.  En cine de segunda, en televisión por cable, en idilios que son fotocopias, en libros de chopra o cohelo (así con minúscula) En conspiraciones.  En persecuciones y balas de goma contra infelices de trece años. En roperos comunitarios. En limosna ecuménica, en degustaciones de cocina italiana y vinos que ofenden con su precio.
En escupir el café del amo. En cagar en el frasquito de  la  patrona.
En culear a la vecina, al vecino , al menor, a la menor, al cura, a la farmacéutica, a la poeta ,al abogado ,al enfermero,  al contable, al mozo, a la moza, a la abuela que se callo y quedo en posición, al bombero, al puto , a las putas, a los senegaleses , a los primos ,a los cantantes de folclore, a los panaderos , a los maestros y a las maestras, al capitán Italiano y a la solterona, a los chinos , al cura pederasta, al placero, al policía, a los hijos a los padres, a las madres a los perros
Pero en ese mundo también están los analfabetos, los que aun no salieros de la caverna y ven relumbrar tan apreciada atmosfera de superación y comienzan a deletrear eme a MAMA   y así sucesivamente hasta que caen las cadenas se ilumina el rostro de los prisioneros platónicos y se ve a un hombre haciendo señales, 
indicando un sendero de grava
que desciende iluminado por la luz
de una autopista recién terminada.



Marcelo Dughetti