jueves, 8 de julio de 2010

EDITH VERA ( VILLA MARÍA, 1925-2003 )

Ahora,desde que pongo huevos
estoy más tranquila.
Si el cielo anuncia tempestad,
pongo un huevo.
Ante el pensamiento de que no conocí a ese gallo
que fue Picasso,
pongo un huevo.
Y cacareo
al celebrar el casi diario acontecimiento
omitiendo el hecho de que ya miran y calculan
mi pechuga,mis muslos,
seriamente entrelazados en hervores con papas,cebollas,calabaza
y fuego.
Si no cacareo
es porque observando el nido de reojo
me pregunto si en el cielo hay paja tan blanda
como esa,puras hebras.



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Lenta,
escarbando la tierra,
escribe la gallina azul que mora en el patio de atrás,
cómo es que llegó a ser lo que dicen que es,
un ave sin vuelo.
se detiene al trazar la palabra vuelo
porque una piedra
siente en lugar de corazón.
la distrae
el primer puñado de maíz
que arroja su dueña,
una loca que silba como los sauces.

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Hacia las achicorias
van tres gallina.
El viento,sensual,las empuja por detrás,
les separa las plumas
y deja a la vista el plumón y un pequeño punto.
Las gallinas,dóciles huríes campesinas,siguen andando,
dejan hacer al viento
y saben
que ni en el Kama Sutra,ni en el Decamerón,
ni en Villon,ni en Henry Miller
encontrarían a alguien más erótico que este Dioniso
descolgado de la veleta que marca el Norte.




de Cuando tres gallinas van al campo,Plaquetas del Herrero,Ediciones Radamanto,Villa María,1997